martes, 17 de mayo de 2011

En Alta Voz


(PENSANDO EN ALLEN GINSBERG)

Una vez más el gran poeta se sienta
ante la página en blanco y dice
blanco, blanco, blanco

y, en blanco, el maniaco
se dispone a escribir un poema,
extenso y total… total, total y
total para qué, si la vida es descanso
y total para qué, si los grillos
seguirán grillando y las moscas…
moscas seguirán con su aturdido
vuelo estival, en este loco
verano caliente; jetón,
cursi y barato poeta
pensando en las moscas;
la mosca mayor, la mosca
circunvolando la caca peor
pensando en Ginsberg resucitado
en el suplemento literario de un diario conservador
porque el más liberal de los diarios es acá un diario
conservador y nunca le citarán diciendo
que quiere ser consolado por su maestro, ¡por favor!         
y tampoco quiero decir quiere culear
con tu maestro, ¡por favor!
y también con cada muchacho de la clase
y con cada muchacho de fuera de tu clase
y ningún conservador dice en el diario
que tenía el agujero del culo,
la boca negra y peluda,
más grande que su corazón
(aseguro era enorme;
porque donde cabe uno,
caben todos; my love)
y las moscas sobrevuelan rutinarias
la mediocridad y la vida mediocre
que tengo; la caca light de finicomienzo
de milenio, la falta, falta… falta de interés real
¡Uf!, y nadie cita a Ginsberg
pidiendo  por favor,
porque por favor es
hoy por mí y mañana por ti
y también significa por ti,
por ti, por ti y por ti;
quizá sólo por ti
las moscas aterrizan aturdidas
sobre la pantalla del televisor
que conectas a tus arterias
con cables de fibra óptica
y las imágenes van directas
a la vena ó la antena puesta
de sombrero en línea
con una mosca gigantesca
de aluminio y teflón
y otras cuantas mierditas
sobrevolando, dando vueltas,
vueltas alrededor, alrededor,
alrededor de las cabezas
y tu cabeza es tu planeta
y desde el más allá,
entre la Tierra y el Cielo,
o sea la órbita… ¡esa onda!,
¡micro-onda!... la órbita
me manda señales
de aburrimiento;
moscas out de la pantalla,
moscas dentro, zumba
que te zumba… zumba,
zumba, zumba y … ¡plaf!...
las idiotas babean
hilos pegajosos,
jugo de mosca…

Pero, no pasa nada,
todavía
diseminados
en las carreteras
muchos hombres sin peinar
tocan campanitas tibetanas
y sonríen, susurrando por favor


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