Mientras disimulo observo retablos
en el Templo de San Francisco de Antigua
(la antigua ciudad capital de Guatemala)
Espío, como en un muchacho, las palmas,
las nalgas, la culpa y la satisfacción
se juntan / suplicando expiación divina…
los labios rozan sus índices murmurando
oración de perdón, así mismo
constreñidas tiene las nalgas
y cuando el cura incita al mea culpa:
se cierra la palma, sigilosa la otra
la entrepierna acaricia, el esfínter se dilata
y el puño de dios su pecho golpea…
él sabe con el reojo del ojo me excita
y yo sé, recuerda bien, la noche de ayer[1]
[1] EN LA CALLE
Su atractivo rostro, un poco pálido;
y los ojos castaños, como fatigados;
veinticinco años, aunque aparenta mejor veinte;
algo le da en su atuendo vago aire de artista
-la corbata tal vez, o la forma del cuello-;
marcha sin fin preciso por la calle,
como poseído todavía del placer ilegal,
del prohibido amor que acaba de ser suyo
(1916)
Su atractivo rostro, un poco pálido;
y los ojos castaños, como fatigados;
veinticinco años, aunque aparenta mejor veinte;
algo le da en su atuendo vago aire de artista
-la corbata tal vez, o la forma del cuello-;
marcha sin fin preciso por la calle,
como poseído todavía del placer ilegal,
del prohibido amor que acaba de ser suyo
(1916)
CONSTANTINO KAVAFIS
[“Poesías Completas”. Traducción de José María Álvarez. Ediciones Hiparión. España (1997). Pág. 75]
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