y vengo rodeado
de satori
(que no puedo atrapar
pese mis moléculas
insufladas de emoción)
Frente mío
una madre y su hijo
A su lado
un padre y su hijo
Alrededor
todos somos amasijos
(no se conocen)
Ella va viendo tras el vidrio
la ciudad suceder
Él, tiernamente, su pena
descansa con la cabeza apoyada
en la del hijo. Mientras, los niños
se miran los ojos y sus deditos
aleteando se tocan
Sus ojos se achinan (de risa)
Sus rostros son gozo puro
Y radiante sorpresa
¡despierta la dicha!
y los padres, por un instante,
despiertan y sonríen
Ahora, el sol
entibia las caras
y el tren prosigue
su marcha (como si nada)
Y se los traga la noche
de Omara Arriagada, el Lunes, 21 de marzo de 2011 a las 18:12
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