miércoles, 13 de abril de 2011

Réquiem Para el Hermano Lejos

Llegará el día
en que todo parecerá renuncia
y habrás perdido la afirmación
Entonces estaré en retirada 
de la muerte viva
Lejos de los entierros        Lejos 
añorando aquel cuerpo ahora viejo
Atormentado por las inclemencias
y la inutilidad de su tiempo

Pálida muerte caminando
Pálido       Amor vencido 
en la indecisión        En la cobardía 
de los truculentos mitos       de los normales
La estúpida postergación      de los inmortales
La imbécil existencia         de acaparadores
Tristísima vida               para maleantes
de sus encierros
traficantes

De ese día será dueño
el aburrimiento      Tus arrugas 
una sorpresa y las preguntas
señalarán a un necio       Bailarás
solitario acompañado de tus huesos
En cambio yo:  bailaré
Bailaré, como ahora estoy          Alejado de ti,
un extenso decenio              ¡Zapataeando
con todo el pie!              Talón y punta 
de los dedos             A pulso de cueca, tap y flamenco              

                Tu tumba

La hermosa tumba del recordado cuerpo
¡Encima del desgastado esqueleto!
De los pedazos de carne, 
             grasa añeja y pellejo
De tus vestigios de sangre enferma
Haciendo trizas     Pulverizando tu presencia


Intuiste el sol y no dejaste
que la mirada fuera cegada
Eras dueño de ojos gigantes
Sólo contemplaste la evidencia
que en la mesa estaba puesta
Y mantuviste la nariz aplastada
contra los escaparates

Adiós niño 
hijo del buen comienzo
(si existe nueva chance
realiza las reservas
por tus propios medios)


Llegará el día      ¡Sí!         y ese será
cuando nos encontremos        Y lloraré 
por el instante perdido      Minúsculo 
como la más pequeña cima de tu cuerpo 

                    inmenso

Lloraré por este presente de vida magra

           y seca 

(la belleza marcha irremediable
hacia la fealdad del hórrido mundo
Al más agónico de los fallecimientos)


Eras la represa estallada
El animal desbocado
Pisando talentoso
La tierra 
donde se plantaba

La montaña cansada
La piedra de la vertiente


          Y, 

con ello, me basta
Esas imágenes
en mis sueños
me alcanzan


     Y 

la lenta…  lenta
muerte me atrapa

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