martes, 5 de abril de 2011

Visión de la Ciudad que Arde



Apacibles caballos blancos
alados corriendo desbocados
entre voluptuosas nubes blancas
de inocente psique briosa y alada,
mientras a tientas el cuerpo camina
evitando pisar cráneos de niños
que adoquinan estrechas
avenidas de salida
de la ruin ciudad
perenne
Quemante
Ruinosa
Ruidosa,
sin vacación
ni memoria
El fuego
reduce a etéreo polvo
recuerdos de instantáneas
resbaladizas / para cualquiera
máquina fotográfica
de cajón
ó impertinente
polaroid del detener
el inevitable escape comedido
al venerar cuales moscas peludas cabezas
de mejillas laceradas
por el llanterío
de océanos secos
Las avenidas
hartadas de gemidos
siempre terminan más allá
del horizonte de quien mal anda
con la mirada puesta en la punta
de sus zapatos lustrosos
más negros
que antiguos funerales
cuando a la ciudad
no le daba por llamear
espontánea
y fatua
Todo andar
sin bifurcarse
contiene la paradoja
del rumbear sin dejar huella
- como el alto vuelo de las aves, Santiago; ¿recuerdas? -
o del aplanador avance de grandes apisonadoras amarillas
que te dejan árido para desdicha de arqueólogos
y vías apias no descubiertas ni misteriosos
enlaces entre el entonces y el ahora,
sólo húmedos escombros
abrasados de amargura
sin son, ni destino
ni ton
Huye,
sin apuro,
en puntillas
Mantén
las alas
agitadas
Secreteando
la canción,
vete lento
Los rostros
masacrados,
tu rostro
La ciudad,
es carne
que arde




::en VLS:::

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