sábado, 9 de abril de 2011

:: Tenemos que Querernos Más* ::


DESDE NIÑO LA REFLEJA RESPUESTA, la respuesta automática, a la pregunta ¿tu de dónde eres?, sigue siendo: “Soy santiaguino. Nacido y criado en el centro de Santiago”.  Y no es verdad que sea yo tan de tomo y lomo, a no ser porque la idea de mi felicidad proviene de la infancia; dichosa, forjadora de identidad, vivida aquí, en este paisaje, mi paisaje... mi río mudo; mi cordillera portentosa, seca y nevada; mis árboles y mis cerros; mis sombras con mis luces; mis edificios, mis veredas, mis esquinas; mis brisas de la tarde; mis semáforos… y todas estas propiedades mías, siempre las entendí comunitarias.  Tengo recuerdos amables de mis gentes, distinta gente: obreros de la fábrica de helados donde me crié, de ahí viene buena parte de las compañeras dichas de niño; Pepe, el zapatero, con olor a gatos, gallego talvez; los feriantes de los martes mimando con sus saludos y ofertas a sus caseros y caseritas; las prostitutas y travestis por las noches comerciando con carnavalesco descaro; mis amiguitos del ruinoso Cité y la señora que casa por casa recolectaba pan duro para alimentar a las palomas que circunvolaban el campanario de la iglesia de más allá; mis vecinos de clase media, entre los que no olvido al matrimonio de dentistas judíos y  la esposa de elegantes canas violáceas que igual a las monjas acosadas para recibir de ellas santitos, todos los días, les regalaba caramelos a los niños que jugábamos en la cuadra, mi calle Santa Isabel; donde también existía una sinagoga que todos los viernes al atardecer acogía a su pueblo en diáspora y, frente a ella, en un solar, en un eriazo, llegaban a habitar los vagabundos de la ciudad, con sus ropas pestilentes, los mugrientos pelos apelmazados, las pieles ocultas por la suciedad y sus tragedias y fugas metidas dentro del saco; de uno de ellos aprendí, al agradecerme, la palabra amistad: “gracias, amistad”, me dijo. Y la bendita palabra me dejó chiflado. “Amistad”.

Y EN ESTE PAISAJE DE DIVERSOS nací y me crié; en una realidad de transplantados. Porque, sino todos, mucho de ellos, provenían de otras infancias en otros paisajes y quizás era ese el vínculo que les hacía parecerse, que les hacía permitirse y aceptarse. Incluso a mí y a mi soberbio orgullo infantil de ser santiaguino por las cuatro esquinas. Para mí, los demás, eran todos huasos.  Pero, no es verdad.  Por una parte soy hijo de buen padre nortino, del norte chico, de Ovalle, que llegó a Santiago viniendo de la provincia; siendo provinciano se vino acá, para estudiar, para progresar, para influir y ser feliz… luego, el Golpe de 1973 le obligó la emigración forzada que es el exilio y gracias al gobierno peruano y su embajada, se encontró con la solidaridad de una familia limeña que le acogió en el primer año de la diáspora chilena… Por la otra parte, soy hijo de madre sureña… en el decir del folclorista Jorge Yáñez:  “sencilla mujer de pueblo / mi madre vino del sur / escondiendo su inquietud / en la punta del pañuelo (…) dieciséis años tenía / la niña cara morena / los ojos llenos de pena / y una carta que traía / a la ciudad se venía / transplantada de su suelo”… Así, de esa manera, como muchas mujeres del sur, se vino para trabajar como empleada doméstica, ahora ya no se les dice así, se les dice “nanas”… y junto con su humanidad se trajo su cultura, sus tradiciones, principalmente la cocina campesina y, lo más importante, esa sabiduría de la tierra que mortifica a los letrados. Sucede que en esta ciudad-paisaje somos muchos los que provenimos de otros lugares y en nosotros habitan otros paisajes, los de nuestros padres y madres.  Todo lo que recuerdo y más, está aquí: en esta audiencia, en el libro que nos convoca, en el trabajo de Amira Chamy Paillamán y de Carolina Huatay; y, sobretodo, en los fotografiados por Fernando Carrasco.

EL FONDO QUE ES LA INMIGRACIÓN PERUANA EN SANTIAGO se confunde… desde esta cotidianeidad de bullicios y silencios que hablan, migran en la captura del instante, que es el deber de la fotografía, hacia una quietud inquietante, viva; se confunde con la virtuosa forma elegida. Rotunda. El ¡CLICK! del obturador de la cámara es como la frontera que los migrantes traspasan cuando deciden “buscarse la vida”, lejos de casa. Es quizá como la mutación que alcanzan las palabras cuando se las transforma en poesía. Palabras inciertas, con muchos significados disponibles; que nos llenan de ansiedad y confunden, que nos llenan de tranquilidad y orientan, como las pesadillas y nostalgias, como las esperanzas y sueños de porvenir que vienen de contrabando aleteando en el equipaje de quienes con valentía dejan sus paisajes de la infancia y traspasan fronteras  -¡CLICK!-  para crecer y hacerse fuertes, más prósperos en su mejor significado. Desde ya valientes. Porque es de valientes cambiar de semáforos. Aceptar otras luces rojas y tomar nuevas precauciones…, lo confieso: yo no podría.

SEGURAMENTE MUCHOS DE NOSOTROS no venimos acá para quedarnos.  Seguramente muchos de nosotros si venimos acá para quedarnos. Acá se llama Santiago. A veces querida, a veces temida… otras tantas, demasiadas, mal amada. Pero a pesar de ello, todos, tenemos que habitarla con propiedad, con derecho… porque migrar es un derecho humano, porque somos venidos de muy lejos; dicen que somos polvo de estrellas. Esta ciudad, como tantas otras, nos pertenece… ¡porque sí!, ¡porque sí!, ¡por que sí!… porque es mía, sobre todo mía; porque es tuya, sobre todo tuya. Y al que no le guste que se vaya a vivir encerrado, con sus dogmas y solo, en las puntas de los cerros… No por mucho tiempo, porque para allá también nosotros emigramos.

UNA ÚLTIMA FRASE, oída en una ramada recién este 18 de septiembre: “tenemos que querernos más” y ese deseo les incluye a ustedes que son parte del nosotros que estamos todos los días construyendo.


(*) Presentación libro “Catastro Fotográfico de la Inmigración Peruana en Santiago” / jueves 23 de septiembre de 2010 / Sala de Eventos Restaurante Barandiarán


1 comentario:

  1. Qué hermoso Omara....yo sabía...sabía que dentro de tu corazón, habían todos esos sentimientos ahí expresados...ahí fundidos. Te felicito!!!

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